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martes, 14 de octubre de 2008

Estrella Fugaz

Era fuerte y atractivo, tenía mucho dinero, se sentía un campeón. Mujeres no le faltaban, tampoco amigos, farras y diversión.
Una madrugada se encontró con sus maletas en la vereda de la casa. Su mujer lo había echado.
Compró un departamento de piso completo para su nueva vida de soltero.
Pasó el tiempo, siguió frecuentando varias mujeres al mismo tiempo, algunas casadas, otras solteras, todas para touch and go. Seguía viéndose como un campeón.
Un mal domingo, se encontró con que su partido político perdía todo un principado y a él no le quedaría ni su silla en el Palacio de la Moneda.
Volvió a su antiguo empleo en el banco provincial y alquiló un piso céntrico más pequeño que el anterior.
A fin de año, Julio Orlani, su socio en Blanqueante tuvo un accidente en la ruta del Sur. La empresa comenzó a perder clientela: a él no lo creían confiable como para darle sus ahorros mientras Orlani no salía de un coma profundo.
Alquiló un monoambiente. Debió deshacerse del auto, tuvo que aprender a caminar como cuando era un chico en el barrio de arrabal. No soportaba volver a viajar en colectivo pero no le alcanzaba el dinero para taxis.
Esa mañana, al entrar al banco, la policía lo esperaba en la puerta. Lo llevaron con las manos esposadas detrás de la espalda, mientras sus compañeros miraban la escena con frialdad.
Lejos del asombro, para el banco fue un día más.