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lunes, 19 de enero de 2009

PATIO DE INVIERNO

Paola le tomaba fotos a las flores con su teléfono celular. Estábamos todos, o casi todos los compañeros de la Sección Ventas en aquella siesta invernal.
El sol se asomaba entre las enredaderas de los altos muros que rodeaban el patio colonial mientras Martina comentaba recetas de cocina con Ester.
Los hombres, como buen lunes, hablaban de fútbol.
Lupe y yo nos hamacábamos en una mecedora enfrentada a la que ocupaban Rosaura y la esposa de Giacobelli, tanto tiempo que no te veía, como te va.
Tomábamos sol contentas, a la luz del día, hartas de vernos sólo en las sombras de la oficina y su luz artificial.
Cuando llegó Marian, las carcajadas se hicieron inevitables. Llevaba sombrero, capa y pantalones rojos. Benítez le gritó dónde vas diablo rojo, todos reímos, excepto Paola que la fotografió de cuerpo entero.
Ella, divertida, nos empujó la mecedora y casi tocamos la pérgola con los pies.
Desde el interior, vino un mozo negro de guantes blancos, delantal bordó y cara hosca, quien nos repartió café en tacitas plateadas y azúcar en terrones.

Cuando Marcos le recordó de nuevo a Agreti el cuarto gol que le hizo Racing a Boca sobre la hora, el Tano casi explota, Marcos lo abrazó, es sólo una broma, che, no te chivés.
Disfrutábamos de una tarde hermosa de sol de julio, ideal para el solaz y el reencuentro, cuando el mismo mozo nos hizo seña desde adentro para que bajáramos el volumen de las risas.

Entraba un cura por el corredor para rezar el responso para el señor Jefe a pocos pasos de aquel patio de invierno.

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